Clara pensó que lo peor que los cuatro clanes podían hacer era someterla a juicio por asesinato. Sin embargo, pronto descubre que, cuando se trata de la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego, la condena más brutal es la que se lleva en la sangre.

Con el peso de un legado que nunca pidió, Clara observa cómo los últimos ecos de su vida humana se desvanecen entre las grietas del desierto rocoso, al igual que el frágil equilibrio político que la rodea. Los horrores de una niña se cruzan con el poder de una reina... cuando ya no queda nada más.

En esta segunda entrega, el peligro es tan palpable que duele al respirar, las sombras son más profundas y las verdades más crudas. Elena Rivera ahora tiene una heredera, y la Casa del Aire está de vuelta.